- Por Verónica Martín
Las parafilias son todas aquellas aficiones sexuales que se salen de lo habitual, aunque en realidad, cualquiera de ellas pude ser tenida en cuenta por miles e incluso millones de personas. El fetichismo de pies, por ejemplo, es una parafilia bastante habitual. Se conoce así al deseo que nos nace de algo concreto que, en un primer momento, no tiene por qué tener una connotación realmente sexual. Es lógico encendernos si vemos el cuerpo desnudo de una mujer y somos hombres heterosexuales, por ejemplo, pero tal vez no lo sea tanto sentir una atracción especial por las mujeres que van vestidas de uniforme. Las parafilias se han ido liberando cada vez más de sus tabúes durante las últimas décadas, aunque todavía hay algunas que son totalmente reprochables, como el incesto o la zoofilia. Sin embargo, otras están consiguiendo no solo ser aceptadas, sino conseguir un interés no visto hasta la fecha.
El sadomasoquismo es una delas prácticas que se incluyen dentro de las siglas BDSM, y que hacen referencia a prácticas sexuales algo más extremas, con cierto componente de dominación o sumisión. De hecho, la palabra sadomasoquismo está formada realmente por dos términos contrapuestos que, sin embargo, al unirse se complementan. Tenemos, por un lado la parte del sadismo, que es el hecho de obtener placer a través de la dominación e incluso de la crueldad y el daño sobre otros. Por otro lado, tenemos el masoquismo, que es justo lo contrario, recibir placer en la sumisión, en ser dominados por otras personas, incluso encontrando erótico ese daño. El sadomasoquismo tiene una larga historia, pero parece que es ahora cuando empieza a normalizarse como algo habitual en muchas parejas.
Cómo surge el sadomasoquismo
Aunque hay numerosos ejemplos de dominación por la fuerza en una pareja, el punto de consenso es lo que hace que esta práctica sea hoy por hoy tomada en cuenta. Y es que el sadomasoquismo solo se puede dar cuando las dos personas de la relación están de acuerdo en realizar este tipo de fantasías sexuales, una dominando y la otra siendo sumisa. Aquí hay un entendimiento, un consenso, algo que no ocurría anteriormente. El sadismo, de hecho, nace como el placer especial que uno siente durante la práctica sexual extrema y violenta, azotando o estrangulando a su pareja. El término, como es bien sabido, proviene de la figura del Marques de Sade, escritor y filósofo francés que publicó numerosas obras en las que este tipo de prácticas eran habituales, provocando una entendible polémica ya en su momento, por lo explícito de sus escenas sexuales.
El sadismo era un método habitual de tortura en la Edad Media, aunque es cierto que no buscaba realmente provocar un placer sexual concreto, salvo en determinados casos como Gilles de Reis o la princesa Erzebeth Bathory. Con la llegada del Humanismo Renacentista y de las primeras declaraciones de derechos humanos individuales en la Era Moderna, el sadismo y la tortura empiezan a verse como algo cruel y terrible. El masoquismo, sin embargo, tiene un origen algo más difuso, ya que la sensación de seguridad y de placer al sentirse sometido no es algo tan estudiado, al menos hasta el último siglo. La conjunción de ambos conceptos dentro de una pareja provoca que ambos puedan sacar su parte más “prohibida”, tanto los sádicos como los masoquistas. De hecho, en muchas ocasiones, las parejas pueden cambiar roles para probar lo uno y lo otro.
Conoce al Marqués de Sade
Donatien Alphonse François de Sade, conocido popularmente por su título aristocrático de Marqués de Sade, fue un escritor y filósofo del siglo XVIII, que causó una gran polémica en Francia y en toda Europa por sus ideas y sus escritos explícitamente sexuales en una era en la que el Humanismo ya había puesto nuevos cánones en las relaciones personales y de pareja. Sade, sin embargo, era un espíritu libre y no se coartaba a la hora de exponer en sus obras todo tipo de tropelías, desde violaciones hasta asesinatos, siempre de manos de sus protagonistas masculinos, antihéroes que trataban de justificar su crueldad a través de diferentes teorías. Sus novelas causaron tanto revuelo que terminó su vida encerrado en un manicomio, después de atribuirle la creación de Justine.
De hecho, esa es seguramente su novela más famosa, aunque no se sabe a ciencia cierta si es suya o no. Desde luego tiene su estilo, y aparecen en ella los temas principales de su literatura: la crueldad sexual, el ateísmo radical, la victoria del vicio frente a esa virtud que tanto se proclamaba por otros artistas. Sade terminó convertido en un apestado, pero al poco tiempo de su muerte, otros grandísimos autores como Apollinaire o Flaubert lograron rescatar su obra y su memoria, siendo muy influidos por el Gran Marqués y valorando, por encima de todo, la libertad con la que expresas los temas en sus novelas, sin cortapisas, sin censuras, algo que le valió terminar como terminó, cierto es. Desde mediados del siglo XIX, la palabra sadismo se ha utilizado en numerosos idiomas para describir la crueldad sexual y la parafilia de dominación sobre otras personas.
La evolución de sus prácticas
Aunque todavía no se contemplaba como tal, ya existían prácticas sadomasoquistas en la Antigüedad, desde la Grecia Clásica a la India, como se muestra por ejemplo en el Kamasutra. La llegada de la religión monoteísta y su tabú sobre el sexo provocó que este tipo de prácticas se redujeran al mínimo, y de hecho, la balanza tendía a la propia crueldad, normalmente masculina, a la hora de llevar a cabo la actividad sexual, sin tener en cuenta los deseos de la mujer. Esto no se considera sadomasoquismo, ya que no hay un entendimiento entre las dos partes. Sin embargo, la llegada de una apertura sexual mucho mayor ya alejada del oscurantismo de la Edad Media provocó en que en la Era Moderna se empezaran a recuperar este tipo de relaciones, eso sí, viéndose siempre como peligrosas y desviadas.
De hecho, en el último Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales, la guía de referencia para estos trastornos, el sadismo y el masoquismo siguen apareciendo como trastornos mentales a tratar. Todo deviene también de la influencia psicológica del último siglo, para intentar explicar este tipo de comportamientos y porqué alguien puede sentir placer en la sumisión, más que en la dominación, que es algo habitual en el reino animal. En las últimas décadas, sin embargo, este tipo de prácticas se han visto beneficiadas por un aperturismo sexual mucho mayor, y de hecho aparecen en películas, series y literatura más allá del género erótico como algo relativamente habitual. Claro que hay varios niveles de sadomasoquismo, a la hora de practicarlo, y esto es también algo a tener en cuenta, porque no todas las prácticas son igual de intensas. Siempre que haya un entendimiento y consenso entre los dos participantes, el sadomasoquismo debe ser una práctica normalizada.