- Por Verónica Martín
El sexo, a pesar de que todavía sea visto como algo obsceno y hasta sucio por algunos, también es una parte natural y hermosa de la vida, que puede incluso servir de inspiración para el arte. No hablamos de pornografía explícita que solo busca excitar de una manera rápida a quien la vea, sino de auténtico talento al servicio del erotismo, de combinar el arte y la sexualidad para crear estampas que hagan pensar en algo mucho más especial, en algo mucho más intenso e infinito a un simple coito. El arte también puede nacer del sexo y el shunga es la demostración más clara de ello. Elegancia, sensualidad y estilo, para llevar el erotismo japonés a un nuevo nivel, hasta el punto de conseguir que muchos se queden ensimismados con estas imágenes, pinturas que muestras situaciones sexuales explicitas de una manera hermosa y especial.
Shunga significa, literalmente, imágenes de primavera, y es una forma de entender la metáfora que recrea el sexo con esa estación del año, en la que tofo florece, en la que el invierno y el frío se dejan atrás para volver al calor y a la pasión. Las historia de este arte genuino japonés tiene cientos de años y todavía hoy sigue habiendo gente que no lo ve con buenos ojos, a pesar de haber sido no solo una muestra del inmenso talento en el país nipón, sino también una influencia bastante importante durante finales del siglo XIX y principios del XX para muchos genios de la pintura en Europa, que se sentían fascinados por la elegancia y la poesía que estas imágenes de primavera desprendían. Si quieres conocer mucho más sobre ellas, sigue leyendo.
Qué es el Shunga
Shunga es una palabra japonesa, derivada de la expresión “imágenes de primavera”, que se refiere al arte de la representación de escenas sexuales, en diferentes contextos, y normalmente en cuadros y pinturas. Se relaciona también con la xilografía, el arte del dibujo japonés en determinados lienzos y planchas de madera. Se podría afirmar que el shunga es la pornografía erótica japonesa en su más germinal forma, ya que se desarrolla desde hace siglos en el país nipón, incluso con épocas en las que fue prohibida. Y es que siempre ha sido un arte hermoso, relacionado con esas imágenes de vida flotante, lleno de belleza en la composición, en los colores y en todo lo que emana de cada imagen, pero también muy polémico, al mostrar situaciones sexuales explícitas.
Comienzos de este arte
Aunque hay antecedentes que se remontan a varios milenios atrás, al arte de la religión nativa japonesa en sus orígenes, el sintoísmo, lo cierto es que el primer shunga fechado data de 1660, y aparece en un libro impreso o enpon. Era un reflejo de las antiguas estampas sexuales que e podían encontrar en otros medios, ya que la religión japonesa siempre ha sido muy abierta con la libertad sexual, emanando de la fertilidad una de sus principales normas y principios. Aquel shunga dio paso a toda una serie de dibujos de este tipo, inaugurándose así la tradición de los shunga o dibujos eróticos, que muchos artistas realizaban porque se pagan bastante bien y se podía obtener un buen beneficio de ellos. Estas imágenes de primavera llamaban mucho la atención de los compradores, y los artistas se dedicaron a ellas preciosamente por este motivo.
Durante el siglo XVIII el arte de la representación sexual en shunga se desarrolló con altibajos. En unas décadas la producción era muy alta y en otras casi paraba, dependiendo del ambiente político y social del momento. En 1790, con la regulación de las Reformas Kansei, los shunga, como representaciones eróticas, fueron vetados y considerados ilegales. Eso, sin embargo, no impidió que se siguieran produciendo en la clandestinidad, ya que seguía habiendo demanda para este tipo de arte. Algo parecido ocurrió más tarde, desde mitad del siglo XIX, cuando la influencia del resto del mundo empezó a hacerse patente en Japón y a su vez, la influencia japonesa llegó a otros rincones del planeta, llevando el shunga como representación artística más libre.
Artistas del Shunga
A lo largo de estos más de trescientos años de tradición de shunga, muchos han sido los artistas que han logrado renombre no solo en Japón, sino también en el resto del mundo, gracias a sus ilustraciones eróticas. Hishikawa Moronobu fue sin lugar a dudas uno de los principales exponentes de este arte en sus comienzos, ya que era uno de los más destacados xilógrafos de la época. Podríamos nombrar también a Isoda Koryūsai, ya en el siglo XVIII, como otro de los renovadores y artistas más destacados de este arte, que ya por entonces empezaba a generar muchísima polémico y a estar en el punto de mira del gobierno para prohibirse. Kawanabe Kyōsai, Katsukawa Shunchō, Keisai Eisen y Katsushika Hokusai son también nombres destacados de aquellas primeras oleadas del arte shunga.
En los últimos tiempos, con el aperturismo japonés, ha habido otros muchos artistas que han logrado sacar la cabeza dentro de este arte, normalmente dedicándose también a otros estilos de dibujo o artísticos. Torii Kiyonaga, Utagawa Kuniyoshi, Suzuki Harunobu y Utagawa Kunisada aparecen normalmente reseñados como importantísimos pilares dentro de este arte japonés, cuyo estilo, en el país nipón, se conoce como ukiyo-e. En los últimos años este tipo de arte está un poco más en desuso y no hay tantos artistas que se dedican a ello, aunque muchos han visto en el hentai, la rama erótica y pornográfica del manga y el anime, un sucesor moderno a este arte.
Exposiciones de Shunga
Aunque al principio este arte fuera considerado obsceno por muchos, tanto en Japón como en el extranjero, la llegada del siglo XX y el aperturismo sexual de las últimas décadas ha vuelto a poner en valor este tipo de expresiones artísticas tan reseñables, en muchos casos a través de espectaculares exposiciones fuera de Japón, para darlo a conocer entre las nuevas generaciones. En Barcelona, Madrid o Valencia se han podido ver en los últimos años algunas exposiciones centradas en el arte shunga y el estilo ukiyo-e, así como en su influencia en pintores europeos tan importantes como Rodin, Van Gogh, Latreuc o nuestro genio imperecedero, Pablo Picasso, quien contaba con una buena colección de estas estampas, que le sirvieron de inspiración en sus últimos años de vida.